- El largo tiempo sin alternancia en el poder produce la usurpación y la tiranía
Daniel Zovatto es director regional para América Latina de International IDEA
La ola reeleccionista que vive América Latina en los últimos años cobró nuevo impulso con el reciente referéndum venezolano, celebrado el pasado 15 de febrero, en virtud del cual quedó aprobada la reelección indefinida en Venezuela. Esta modalidad de reelección, que recuerda los tristes antecedentes de reelecciones indefinidas de personajes de dudosas credenciales democráticas como Stroessner en Paraguay, Balaguer en República Dominicana y otros, no es una noticia alentadora para la democracia de la región. Y, como se observa, a menos de 24 horas de su aprobación, ya ha generado posibles efectos de contagio en Bolivia.
Situación actual y tendencia regional. La legislación latinoamericana en vigor se inclina notoriamente a la reelección: está permitida en más de dos terceras partes de los países de la región (14 de 18). Sin embargo, la normativa presenta variaciones importantes. En Venezuela se permite la reelección indefinida. En seis países (Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, República Dominicana y Colombia) la reelección consecutiva está permitida, pero no de manera indefinida. En otros siete casos solo es posible después de transcurrido al menos un mandato presidencial (Costa Rica, Chile, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Perú y Uruguay). Por su parte, solo cuatro naciones prohíben totalmente la reelección: Guatemala, Honduras, México y Paraguay.
La tendencia regional de las reformas durante los últimos años es claramente favorable a la reelección. Argentina, Brasil y Perú (en 1993), y Venezuela y República Dominicana (en 2002) pasaron de la reelección alterna a la inmediata. Cabe señalar, que República Dominicana realizó dos reformas en este tema: en un primer momento, en 1994, pasó de la reelección consecutiva a la alterna, pero en 2002 volvió a la reelección consecutiva. Perú, en cambio, pasó de la reelección consecutiva (regulada en 1993), a la alterna (en 2000). En el caso de Venezuela también hubo dos reformas: en un primer momento se pasó de la reelección alterna a la consecutiva y, ahora, de la consecutiva a la indefinida.
Ecuador abandonó la prohibición total que había en la materia y pasó a permitirla, aunque solo después de un mandato presidencial en un primer momento, y de manera consecutiva (solo por un periodo más) en el marco de la nueva Constitución aprobada en septiembre de 2008. En Costa Rica, donde estuvo prohibida desde 1969, fue reinstalada vía judicial por la Sala Constitucional en 2003, pero de manera alterna. En Bolivia, la nueva Constitución (aprobada vía referéndum el pasado 25 de enero y promulgada el 7 de febrero) permite la reelección consecutiva aunque la limita a un solo periodo.
Por su parte, en tres países donde la reelección inmediata estaba permitida al inicio de la Tercera Ola (1978), esa posibilidad fue modificada: en Paraguay está prohibida en todo momento; en Nicaragua solo se admite después de transcurrido un periodo. Finalmente en el caso de Colombia hubo dos reformas: mientras en 1991 se adoptó un enfoque restrictivo (prohibición total), en 2005 se aceptó la reelección consecutiva.
Hay que acentuar que todas las reformas recientes en favor de la reelección, en especial en su modalidad consecutiva, tuvieron nombre y apellido: Ménem en Argentina, Cardoso en Brasil, Uribe en Colombia, Fujimori en Perú, Chávez en Venezuela, Mejía en República Dominicana, Correa en Ecuador y Morales en Bolivia. En todos estos casos las reformas se llevaron a cabo durante la presidencia de mandatarios que buscaron su reelección inmediata, y que de hecho la obtuvieron en todos los países salvo en el caso de Mejía en República Dominicana que fue derrotado por otro ex presidente, Leonel Fernández, quien regresó al poder (vía reelección alterna) y luego se le reeligió de manera consecutiva en 2008.
Balance. La reelección es un tema muy controvertido tanto desde el punto de vista teórico como práctico. La experiencia comparada latinoamericana de los últimos treinta años ofrece interpretaciones para todos los gustos. En 10 de los 14 países que permiten la reelección inmediata o alterna (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Nicaragua, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela), la medida se ha ejercido. En El Salvador, si bien la reelección está permitida, hasta la fecha ningún ex presidente la ha intentado. En Panamá, el expresidente Balladares durante su mandato trató de aprobar una reforma, vía referéndum, para cambiar de la reelección alterna a la consecutiva, pero fracasó en su intento. Igual suerte corrió el ex-presidente Endara. En el caso de Ecuador, pese a los intentos de algunos de sus exmandatarios (Borja, Febres Cordero y Hurtado), la reelección nunca ha tenido lugar hasta ahora, pero esto parecería estar a punto de cambiar con la casi segura reelección de Correa prevista para este mes de abril. En Chile, la candidatura del ex presidente Frei para las elecciones presidenciales de diciembre de este año, marcan el quiebre de una tendencia que prevalecía hasta ahora en el país trasandino, en el sentido de que ningún ex presidente había intentado volver al poder.
Por su parte, desde el punto de vista de la conveniencia o el perjuicio de la reelección, existe un debate de nunca acabar, en el que suele incurrirse en confusiones importantes (no se hace distinción entre sistemas presidenciales y parlamentarios), o en el que se desconocen las diferencias de cultura política (entre el presidencialismo estadounidense y los latinoame- ricanos, por ejemplo), las cuales desempeñan un papel crucial en la materia.
Críticos y defensores. Los críticos sostienen que la reelección expone al sistema político al riesgo de una “dictadura democrática” y refuerza la tendencia hacia el liderazgo personalista y hegemónico inherente al presidencialismo. Apuntan, además, que los segundos mandatos son por lo general de mala calidad. Al menos siete experiencias desde 1978 a la fecha parecen confirmar los argumentos acerca de sus peligros y defectos: la de Stroessner en Paraguay (inconclusa como secuela del golpe de Estado de 1989, después de varias reelecciones sucesivas); la de Balaguer en República Dominicana (cuyo último mandato fue acortado de cuatro a dos años a consecuencia del fraude cometido durante su última reelección en 1994); la de Fujimori en Perú (inconclusa debido a su fuga del país por fraude y corrupción); la de Ménem en Argentina (acosado por problemas económicos, desempleo y denuncias de corrupción); la de Gonzalo Sánchez de Lozada en Bolivia, que tuvo que renunciar a mitad de su periodo, así como los mediocres segundos gobiernos de Carlos Andrés Pérez (inconcluso por destitución) y de Rafael Caldera en Venezuela.
Los defensores de la reelección, por el contrario, argumentan que ésta permite aplicar un enfoque más “democrático”, en la medida en que posibilita a la ciudadanía elegir con mayor libertad a su presidente y responsabilizarlo por su desempeño, ya sea premiándolo o castigándolo según sea el caso. Si bien durante las últimas tres décadas en América Latina existen pocos ejemplos de experiencias positivas de ambas modalidades de reelección, entre ellas las de Cardoso en Brasil (consecutiva) y las de Sanguinetti en Uruguay y de Fernández en República Dominicana (ambas alternas), aún está por verse la suerte que correrán los Gobiernos reelectos (bajo la modalidad consecutiva) de Chávez en Venezuela, Uribe en Colombia y Fernández en República Dominicana, así como los de Óscar Arias en Costa Rica, de Alan García en Perú y de Daniel Ortega en Nicaragua (bajo la modalidad alterna).
Una mala noticia. Una mirada del mapa político latinoamericano nos advierte de que esta ola reeleccionista va ganando fuerza. Actualmente tres presidentes de América del Sur han sido reelectos de manera consecutiva (Lula, Uribe, Chávez) y una de manera alterna (García), mientras otros dos (Correa y Morales) buscarán su reelección durante el presente año, y es muy probable que la obtengan. Otros tres presidentes de Centroamérica y el Caribe han sido reelectos, Fernández en República Dominicana (consecutiva) y Arias y Ortega en Costa Rica y Nicaragua (alterna). No está claro aún si Uribe buscará su segunda reelección en 2010. Por su parte, en Uruguay, el expresidente Lacalle está peleando su nominación dentro del Partido Blanco para las elecciones presidenciales de noviembre de este año. No hay que descartar que para las elecciones presidenciales de Argentina de 2011 la actual presidente Fernández o su marido, el expresidente Kirchner, busquen también la reelección (consecutiva o alterna según sea el caso). Sin embargo, lo que sí está claro es que Chávez buscará su reelección indefinida a partir del 2012.
Como se observa, nos encontramos ante una fiebre reeleccionista que, en mi opinión, es una mala noticia para una región como la nuestra caracterizada por la debilidad institucional, la creciente personalización de la política y el hiperpresidencialismo. El fortalecimiento y la consolidación de nuestras frágiles democracias no se obtendrán a través de líderes carismáticos y providenciales sino por la calidad de las instituciones, la madurez de los ciudadanos y una sólida cultura cívica. Como bien advirtió Simón Bolívar en su discurso del Congreso de Angostura, un 15 de febrero de 1819 (curiosamente el referéndum de Chávez también tuvo lugar un 15 de febrero), “...nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerlo y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario